Esta última semana mi vida ha girado en torno al arte.
Exposiciones, galerías, anticuarios, todo ello sazonado con pequeñas y bohemias
cafeterías donde una taza humeante y un buen libro llenaban mis horas. En
efecto, estaba de vacaciones, esa famosa semana intersemestral en la que los exámenes
han acabado y el estrés se ha visto reducido a mínimos. Los estudiantes
dormimos, comemos, hacemos planes, y volvemos a dormir, en dos palabras: ¡bendita
sea! Pues bien, yo dediqué la mía a redescubrir mi lado más bohemio y de paso
Barcelona, todo lo cual me llevó a una sorprendente revelación: el asombroso
parecido entre los hombres y el arte.
Supongo que la primera impresión que tuve de ello fue hace un par de días, cuando tras salir de una pequeña galería del Eixample me di cuenta de que, para empezar, tengo tan poca idea de lo uno como de lo otro. Hecho este descubrimiento atar cabos resultó ser irónicamente sencillo. Pensad en esa sensación que se tiene al entrar en un museo, con sus paredes recubiertas de piezas y aficionados rondando de un lado a otro. Unos se detienen ante algo que capta su atención, otros simplemente vagan sin rumbo y tú, predispuesta a disfrutar del espectáculo, te acercas a una de las obras y la observas, detenidamente, con cautela y expectación, esperando que te transmita algo al principio, quedándote a veces fría minutos después. Y mientras tu cerebro permanece en blanco o bien trabaja frenéticamente intentando descifrar la simbología de esos trazos, desde fuera se te ve serena e impasible, pero sobretodo segura, como si verdaderamente entendieras de que va todo eso aunque en realidad no tengas ni idea. Al fin y al cabo nadie entra en una galería para quedarse con cara de bobo, o al menos no es esa su intención. ¿Os suena lo descrito? ¿No veis el asombroso parecido con lo que se siente al embarcarse en una relación? Cuanto más lo pienso más me convenzo, la cara de una mujer mirando un Picasso es igual a la que está sentada en una cafetería esperando a que llame ese Don Juan que dijo que lo haría, pero que no lo hace. Ya puede estar histérica por no comprenderlo, nunca lo mostrará en público. ¡Dios nos salve de tales pérdidas de dignidad!
Supongo que la primera impresión que tuve de ello fue hace un par de días, cuando tras salir de una pequeña galería del Eixample me di cuenta de que, para empezar, tengo tan poca idea de lo uno como de lo otro. Hecho este descubrimiento atar cabos resultó ser irónicamente sencillo. Pensad en esa sensación que se tiene al entrar en un museo, con sus paredes recubiertas de piezas y aficionados rondando de un lado a otro. Unos se detienen ante algo que capta su atención, otros simplemente vagan sin rumbo y tú, predispuesta a disfrutar del espectáculo, te acercas a una de las obras y la observas, detenidamente, con cautela y expectación, esperando que te transmita algo al principio, quedándote a veces fría minutos después. Y mientras tu cerebro permanece en blanco o bien trabaja frenéticamente intentando descifrar la simbología de esos trazos, desde fuera se te ve serena e impasible, pero sobretodo segura, como si verdaderamente entendieras de que va todo eso aunque en realidad no tengas ni idea. Al fin y al cabo nadie entra en una galería para quedarse con cara de bobo, o al menos no es esa su intención. ¿Os suena lo descrito? ¿No veis el asombroso parecido con lo que se siente al embarcarse en una relación? Cuanto más lo pienso más me convenzo, la cara de una mujer mirando un Picasso es igual a la que está sentada en una cafetería esperando a que llame ese Don Juan que dijo que lo haría, pero que no lo hace. Ya puede estar histérica por no comprenderlo, nunca lo mostrará en público. ¡Dios nos salve de tales pérdidas de dignidad!
Y luego están ellos, tan parecidos al arte. Unos clásicos,
exhibidos en marcos tamaño Prado reivindicando su excelencia y valor, Goyas y Velázquezs donde lo que ves es lo que hay y que aún, y a lo mejor a pesar,
de ser joyas, siempre son inadecuados para exhibirlos en tu salón. Luego los
impresionistas, de esos que exigen que te los mires con perspectiva; de lejos
impresionan, de cerca no tanto. Basta acercarte para que se vuelvan cuatro
trazos precipitados. Y para acabar el arte contemporáneo, para las que les
gustan las emociones fuertes. A estos los amas o los odias, los odias o los
amas, pero eso sí, nunca los comprendes. A menos que venga un amable guía y te
lo explique, pero claro, a eso en nuestros tiempos lo llaman 20 euros la hora y
un terapéutico sofá.
Pero no son solo los hombres, o el arte, sino la actitud que
adoptamos frente a ello. Seguras, frías y ¿por qué no decirlo? Enteradas. Y
claro, luego pasa lo que pasa, que salimos de una galería con la misma cara con
la que hemos entrado y un puñado de nombres vacios. Y a pesar de todo basta con
ver un nuevo folleto de una nueva exposición y vuelta a empezar. En algún punto
tendremos que entenderlo, nos decimos. Me pregunto si alguna vez dejaremos de
caer en esta viciosa espiral, aunque por lo que a mí respecta ya he visto
suficientes galerías como para encima meterme en una relación abstracta. Así
que al próximo que venga al pan, pan y al vino, vino, y el arte para los
artistas. Por favor.
Foto: LexySen
de la exposición de Jordi Duró en la galeria Madame La Marquise
Jajaja, completamente de acuerdo contigo :)
ResponderEliminarSinceramente, me acabas de tocar la vena sensible. Creo que esta a sido la entrada de tu blog que de momento más me ha tocado la fibra sensible. Excelente comparación, excelente narración, enserio, me he quedado sin palabras.
ResponderEliminarComo compartiendo confidencias con una especie de extraña, te diré, que mi mayor pasión es el arte aunque al igual que tu, no entiendo absolutamente nada. Deseo, imagino, anhelo que algún día yo también podré tirarme media hora admirando los trazos de un pintor con sincera admiración por comprender absolutamente todo ese código que ahora mismo es para mi indescifrable.
Y sin embargo, al igual que el arte, no considero que sepa mucho de los hombres, de hecho, creo que nunca llegamos a saber mucho de ellos, sólo llegamos a saber de uno en concreto, ese que está ahí siempre para enjugarnos las lágrimas, darnos besos apasionados y repetirnos " te quiero" =)
Me alegro que te guste bonita!
EliminarMiedico me das con eso de comparar el arte a los hombres, siempre he querido sentirme un poco artista, pero no así :)))
ResponderEliminarBesazos enormes
Ais por cierto, aqui puedes ver algunas fotos :)
ResponderEliminarhttp://www.facebook.com/media/set/?set=a.163136687135493.34470.100003174885635&type=1
Besazos
Que guai!! Miraré de encontrar un hueco para ir a explorarla :)
EliminarPos si, a la mujer, hombre, y viceversa., Después hablamos de arte...
ResponderEliminarSinceramente te sientan de maravilla estas semanas de calma, me ha encantado, sobre todo lo de la audioguía que además a veces tan solo está en inglés, y lo comprendes, vale, pero menos.
ResponderEliminarBesos guapa.
me encantan tus columnas. Siempre me dejan pensando :D
ResponderEliminarAlgunos dicen que el valor del Arte reside precisamente en su misterio: nunca acabamos de comprenderlo, nunca terminamos de descifrarlo. Hay quien está dispuesto a pagar millones por un cuadro que cualquiera diría que ha sido pintado por un niño de parvulario, pero, ¡chs! Es Arte. Y con los hombres pasa igual. A veces estamos dispuestas a apostar tanto por alguien política y pictóricamente tan simple...
ResponderEliminarEn el Amor y en el Arte, todo vale, ese es mi lema.
Un beso Lexy :)
El inicio invita a pensar en una semana casi perfecta... De esas que apetecen =)
ResponderEliminarComo siempre, muy de acuerdo contigo. Y muyencantadadelavida de leerte.
Un besote, historiadora.
L.
jajaja siempre he pensado eso, "que el Arte para los artistas" me ha encantado leerlo! Un beso enorme!!
ResponderEliminarQuiero conocer Barcelona, te envidio no sanamente :P abrazo grande!
ResponderEliminarHola, guapa.
ResponderEliminarTe imagino viviendo y disfrutando tanto que no te quedan tiempo o ganas de escribir.
Un beso
yo lo que me pregunto es que sera de tu vida, que estas desaparecida.
ResponderEliminarte habras perdido en el arte.
un saludo desde la lejania.