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lunes, 19 de octubre de 2015

Dejadme que yo os explique

Nunca he sido especialmente cinéfila. Pero ayer sentí ganas de ver cine, ganas de verdad.

Habíamos ido a presentar un libro al Festival de Sitges, ese entrañable pueblecito que siempre parece más cerca de Barcelona de lo que realmente está y más pequeño de lo que realmente es. Cada octubre se celebra ahí un certamen de cita obligada, el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña, y esta vez por fin tenía la oportunidad de vivirlo desde el otro lado, el de la prensa, los críticos, las acreditaciones y las invitaciones a los pases con colas especiales, especialmente reducidas para ser exactos. Una de las ventajas de mi trabajo es la gente a la que conoces, de hecho esa viene a ser casi siempre la ventaja de gran parte de los trabajos. En mi caso he tenido suerte, circunstancias encadenadas, en su mayor parte fortuitas, me han llevado a relacionarme con gran variedad de personas con caracteres dispares y oficios aún más si cabe. Es una delicia. Pues bien, ayer tocaban los críticos.


“Hay quien piensa que los críticos de cine somos gente de sangre fría.” Así comienza el libro que fuimos a presentar. Y mientras releía sus primeras páginas, esperando a mis invitados, no podía dejar de imaginarme a los tres elementos que estaba a punto de conocer. Sentía verdadera curiosidad, mezclada con un agridulce sabor a nervios, de esos que tienes solo cuando sabes que ante todo, y sobre todo, es trabajo, y en el trabajo hay que causar buena impresión. Veréis, la cosa es que la figura de la “prensa”, esos privilegiados que ves correr de arriba abajo en los eventos con sus tarjetitas de PRESS colgadas al cuello, siempre ha ejercido sobre mí una increíble fascinación. Como si realmente fueran seres de otro mundo, enigmáticos y misteriosos, temibles en sus comentarios y más aún en la repercusión de los mismos. Eso o que tal vez solo sentía envidia, pues también hubo un tiempo en el que yo quise ser periodista y terminé por desechar esa idea. Ah, esa manía de las personas de desear siempre lo que no tenemos, aunque hayamos sido nosotros mismos los que decidimos prescindir de ello.


Ahora puedo decir que mis temores eran infundados, pero mi fascinación no. Ayer disfruté como una niña escuchando a esos hombres hablar sobre directores y actores con la misma familiaridad con la que cotilleas sobre tus vecinos de enfrente, definiendo las películas en un par de frases, con el descaro del que tiene algo muy por la mano, con ese humor que implica tenerlo. Demasiadas veces se ha dicho que el humor es un escudo ante la ignorancia. Y un cuerno. El buen humor, el de calidad, es casi un oxímoron de lo serio que es. Y ellos no bromeaban sobre nada que más tarde no pudieran defender seriamente. Eso es criterio, y lo demás pedantería, postureo del barato.


Ayer sentí ganas de poder hacer halago de ese mismo humor. De hablar con esa soltura, de opinar con ese desparpajo. Ayer sentí ganas de saber verdaderamente de qué hablaba. De pasearme por ese mundo de cinéfilos con conocimiento de causa y un bloc de notas bajo el brazo. Ayer sentí ganas de dejar de ser pedante. Pues demasiadas veces nos permitimos la licencia de opinar sobre temas de los que saber, no sabemos nada. Y creedme, hasta que no te encuentras en un auditorio abarrotado a las tres de la mañana viendo una película de un japonés chiflado con una sala que irrumpe en vítores cada vez que se corta una cabeza, y junto a ti un crítico que aplaude con un “sí señor,  ¿y por qué no?”, no has visto nada.


“Instrucciones para ver una película”, se llamaba el libro que presentábamos, “No tenéis ni puta idea. Punto. Ahora dejadme que yo os explique” decía el crítico sentado a mi lado.
 * * *

Después de mucho, muchísimo, casi una infidad de tiempo, vuelvo a las andadas. 
Y prometo cambios. 

Lexy

3 comentarios:

  1. Se te echaba de menos, la verdad. Y me alegra saber que disfrutas de tu trabajo. Debo decir que coincido contigo en más de un aspecto de esta entrada. Todos hemos opinado sobre algo sin tener idea, pero cuando llega ese momento en el que dices "espera, quiero saber más" y disfrutas con ello, ese momento es genial :)

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  2. Me alegra encontrar de nuevo la luz encendida.

    Un beso

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  3. Me encanta que hayas disfrutado tanto y me das mucha envidia por haber estado en Sitges. Algún día iré, lo tengo pendiente :)
    Yo siempre he querido escribir una peli y estar tan orgullosa de ella que no me suponga ningún esfuerzo saber defenderla en condiciones.
    Así que vamos a olvidar el miedo o a intentarlo :)
    Un beso!

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