Mantengo un romance con
Barcelona. Si tuviera que irme de Erasmus la ciudad seria el novio que me lo impediría,
e incluso peor. Pues todos sabemos que las relaciones, y más a nuestra edad,
pueden ser pasajeras. Pero el amor a una ciudad, eso es eterno.
Siempre me gustó decir que las
personas nacemos en un sitio, tenemos nuestro hogar impuesto. Después pasa que
crecemos en otro, pero una vez más esa es una decisión que escapa a nuestro
control. Y que lo verdaderamente importante, aquello que distingue lo que
siempre llamarás casa de donde te sentirás como tal es aquel tercer lugar, el
lugar que tu elijas.
Yo acabé en Barcelona. Y es que
Barcelona son los desayunos en la Croissanteria del Pi un día de lluvia, es el brunch en el Jardí de la Biblioteca de
Catalunya, entre horas de estudio. Barcelona es la pizza de cinco euros del
Mucci’s, y el café de las tardes con las amigas, del Demasié, de la máquina de
la facultad de Historia de la UB, de donde sea. Barcelona son los mojitos de
frambuesa de la Rosa Negra, y las bravas del Bar Tomás, Barcelona es la cerveza
mientras ves el mar en la Barceloneta, y las hamburguesas del Kiosko, o las
tapas del Viejo Pop. Barcelona son los pastelitos de la Foix, es la copa de
vino que te tomas en la Alcoba Azul, y el paseo por el barrio gótico, es la
plaza de Sant Felip Neri a las 3 de la madrugada. Son los nachos de La Cigale y
las largas esperas del Bus Nit. Es el Born, es Gracia, es la Ciutadella y es
Enric Granados. Es despertarte y ver la Sagrada Familia nada más salir de casa.
Es el aura de Santa Maria del Mar. Es caminar por la ciudad con prisas, y al
día siguiente perderte. Es subir al MNAC y enamorarte de las vistas, y luego de
la sala de lectura de su biblioteca. Barcelona es pasarse la vida diciendo: “¡Oye,
hace demasiado que no voy al Tibidabo!” y “En el CaixaForum hay esa exposición
a la que tenemos que ir”. Es el cine Comedia, las librerías de segunda mano y
aquellas calles de Marina tan jodidamente iguales.
Todo eso es Barcelona. Eso y
mucho, muchísimo más. Pero a veces lo mejor de dejar un sitio es que luego puedas
volver a él. Y tal vez sea ahora cuando empiezo a comprenderlo.
* * *
Foto: Lexy Sen
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy Carrie y NYC lo tuyo con Barcelona ;)
ResponderEliminarTe entiendo perfectamente y creo que tienes mucha razón y lo has descrito muy muy bien; aun no compartiendo tercera ciudad contigo jeje
Y en cuanto a apreciar más "tu lugar" una vez que estás de vuelta, totalmente cierto; eso son las Ítacas ;)
Oh es una ciudad que quiero conocer :)
ResponderEliminarQué hermoso. El romance y seguramente Barcelona. Tener esa relación con el lugar propio en el mundo ha de ser un éxtasis. Un abrazo.
ResponderEliminarCómo me alegra leerte esto <3
ResponderEliminarEs la CIUDAD con mayusculas. Me enamore de ella nada mas bajar del tren.
ResponderEliminarAhora además, Barcelona también eres tú.
ResponderEliminarTodo suma.
Un beso