“- ¡¿Y
dejaste que se te corriera en la cara?! – me preguntó él estupefacto.
Y es
que sinceramente no vi que tenía de malo. Vale que muchas mujeres no suelen
hacerlo, pero forma parte del juego ¿no? – me explicaba mi amiga.”
Así
empezaba mí mañana, cuando después de un rápido café entré en una tienda para
hacer unas compras básicas: cera depilatoria, cuchillas, unas medias y
condones. Suele pasar que los sábados por la mañana no necesites mucho más.
Pero volviendo a mi amiga, dejando aparte que tal vez era demasiado pronto para
hablar de ello me encantó que sacara el tema, porque veréis, resulta que nunca
es demasiado pronto para hablar de hombres, y más si se trata de sexo.
Recuerdo
que cuando estudiaba en el bachillerato hablábamos mucho del tema, incluso creo
que más que ahora. Resulta curioso. Tal vez sea porqué éramos jóvenes e
inexpertos, en una de esas edades en las que pretendes saberlo todo, en las que
finges haberlo probado todo porqué resulta más fácil hablar de guarradas que
confesar que aún eres virgen por que no has encontrado al chico adecuado. Pues
bien, yo siempre estaba rodeada de hombres, no porqué fuera increíblemente
guapa ni nada por el estilo, simplemente tenía a mi mejor amigo y con él venían
todos los demás. A él, como a todos los chicos de 17 años, le fascinaba el
tema. Parecía que había ciertos momentos del día en los que su universo entero
giraba en torno a mi vida sexual. A quien me había tirado, con cuantos lo había
hecho, que anécdotas me habían pasado, y lo mejor de todo: ¿para ti, cuál de
todas estas – decía señalando a las chicas de clase – tiene más pinta de golfa?
Es
fascinante como hablamos de que los hombres vienen de marte y las mujeres de
venus sin darnos cuenta que donde más se nota la diferencia es en la cuestión
sexual. Pensadlo bien. Ellos han crecido explorando su sexualidad, viendo
películas porno, masturbándose, hablando de ello con sus colegas, mientras que
hay mujeres que ni siquiera saben cómo es exactamente su vagina. Seguro que habéis oído hablar de esa expresión
magnífica que dice que la mujer perfecta es una santa en la vida y una puta en
la cama. Pues es una falacia. Yo siempre he apostado por la naturalidad, bueno
en realidad no siempre, pero una vez que lo pruebas resulta tremendamente adictivo. Es que veréis, una cosa es coquetear y hacer
ojitos cuando toca, pero otra muy distinta es fingir ser algo que no eres. ¿Y
qué pasa con eso de que las “chicas bien” no hablan de mamadas por la calle? Os
sorprenderías de la cantidad de mujeres que se sienten aliviadas al encontrar a
alguien con quien puedan mantener una buena conversación sobre sexo, sin
tapujos. Yo me he encontrado a unas cuantas y es como el buen vino, mejora con
cada sorbo. La semana pasada sin ir más lejos una de mis amigas más dulces y
correctas me dio un condón porque yo había quedado y daba la casualidad que no
llevaba. Creo que en mi vida me había sentido tan sorprendida como cuando la vi
sacar, en medio de la calle y con toda naturalidad, el pequeño envoltorio rosa
del bolso.
La
redactora jefe de Instyle abría este
mes con un texto estupendo sobre lo que son “cosas de mujeres”: soñar,
comprarse unos zapatos, ir al cine, y mi favorita, cito textualmente,
“convertir a la Bestia en nuestro Bello príncipe”. Me da que pensar. Puede
que en vez de esforzarnos tanto en vestir a las bestias de azul deberíamos
aprender a ser un poco menos princesas. Que yo soy muy romántica pero ¿zapatos
de cristal? Venga va, que estamos en el siglo XXI y hoy, al menos en Barcelona,
llueve.
* * *
Ya se nota el frío...
Creo que se debería poder hablar con naturalidad de cualquier tema ¡Viva la libertad de expresión! Aunque he de confesar, que personalmente nunca me las he dado de muy sabiondas en este tema y que, en realidad, me parece que se le otorga demasiada expectación a estas cosas.
ResponderEliminarDejemoslo en que cada uno tiene la vida sexual que prefiere, y que en su dormitorio, o en el quien ella prefiera, ocurrirá lo que tenga que ocurrir y en mi opinión no es incumbencia de nadie más (aunque es elección de los protagonistas difundir la información, o no)
Desde luego, hay que dejar de ser tan princesas... Al menos debemos ser unas princesas más modernas.
ResponderEliminarFdo. Una princesa (romanticona) del S. XXI
Y es que el azul destiñe, querida.
ResponderEliminarMejor nos dejamos de coronitas y tiramos pa' lante unos al lado de otras.
El único truco para hablar de sexo y disfrutar de ello, es hacerlo entre amig@s...cielos, como de todo, claro.
Bueno, el mundo todavía se sostiene sobre columnas machas. Pero las mujeres desbordan delicadeza y sensualidad al hablar de sexo...
ResponderEliminarTe doy toda la razón, ni putas ni sumisas! simplemente la naturalidad puede resultar la mejor opción, el dejar de aparentar y el "què dirán" solo nos aleja de lo que de verdad queremos hacer. El final me ha encantado, tienes toda la razón en Barcelona empieza ya el frío!
ResponderEliminarun beso!
Jajajaja me ha hecho gracia tu entrada pero tienes mucha razón, para que tantos tapujos?
ResponderEliminarUn abrazo!
Toma ya, sinceridad directa. Me ha encantado, pienso la mayoría de cosas literalmente igual que tú. Hay que ser menos princesas. Qué bueno, qué bueno. Besos
ResponderEliminarpor acá también llueve. Me siento unida a lo lejos, que de esas conversaciones me pongo roja del tomate pero si estoy en confianza, me normalizo al segundo.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo! no es un tema que suela tocar mucho, pero creo que hay que ser mas liberales :P
ResponderEliminarAquí también llueve pero en realidad me encanta la lluvia.
ResponderEliminarRespecto a la entrada, totalmente de acuerdo. Hay que liberarse de los tapujos y los prejuicios. ¡Un besazo! :)