Las
personas tenemos tendencia a la autodestrucción. A veces pienso que somos
masoquistas por lastimarnos tanto. Últimamente la forma de autodestrucción con
la que he tenido más placer, o desgracia, de encontrarme es la copia. Resulta curioso,
desde que tengo memoria siempre ha habido algún líder revolucionario,
alternativo, que quiso marcar la diferencia con sus actos, ya sea para bien o
para mal. Y eso que la globalización ha engullido incluso a la cultura. En un
mundo donde todo está estereotipado, perfectamente diseñado para que ocupemos
nuestro lugar físico y moral en la sociedad.
¿Alguna
vez han leído a Huxley? Deberían hacerlo. Es fascinante como cada vez más nuestra
realidad se parece a esa ficción tan lejana que planteaba su “Mundo Feliz”.
Nuestros coches no vuelan, aún, pero vivimos sedados por los múltiples
entretenimientos tecnológicos, nuestra información nos llega a través del filtro
de los medios y nuestros sueños se parecen cada vez más a los de aquellos héroes
de la televisión de los que nos empapábamos de pequeños. Quien haya leído la
novela sabrá ver el paralelismo.
Pero
esto tan solo es un preámbulo, de lo que verdaderamente quería hablar es del
concepto de la copia, y de como resulta autodestructivo, deprimente e increíblemente
contradictorio la gran presencia de esta práctica en un mundo tan supuestamente
marcado por la “individualidad”. Este último es un concepto curioso, una vez
leí la individualidad nació en la Edad Media, allí por el siglo XII, que hasta
entonces todo eran autores anónimos y figuras sin rostro. Claro está que luego
ese mismo autor tachando a Pedro Abelardo de pedante, como si el pobre hombre
tuviera la culpa de ser un adelantado a su época. La cosa es que pedantes o no
parece ser que el ser humano tiene un problema crónico con eso de la copia,
llámenle también repetición.
Creamos
rutinas diarias, nos acostumbramos a comidas determinadas, leemos cierto tipo
de libros, bebemos cierto tipo de alcohol y fumamos una marca de tabaco.
Incluso nos casamos con nuestra marca de tecnología favorita porque si tenemos
un IPhone habrá la necesidad absoluta de tener el MAC, y cuando compramos el
MAC no podremos existir sin hacernos con un IPad. Y eso está bien, crear
costumbres, echar raíces, todo eso es genial, ¿pero qué pasa cuando traspasamos
la el umbral de lo sano? Cuando nos hacemos dependientes de ciertas personas,
escogemos a cierto tipo de hombres, nos relacionamos con ciertos colectivos o
nos dedicamos a un tema concreto. Os lo diré, perdemos el enfoque.
Yo soy
una aficionada a la fotografía nocturna y recuerdo bien mi primera lección: “cómprate
un trípode” me dijo mi padre cuando tuve en las manos mi primera cámara. “La
cámara no debe moverse ni un milímetro y menos de noche, porque podrías desenfocar”.
Y acepté esa lección como una lección de
vida, y me equivoqué. Pues olvidé lo esencial, la vida no suele transcurrir de
noche. Nuestra rutina se gesta a la luz del día y la noche queda para las
fantasías, los libros, la nicotina, el sexo…
Supongo que en mis intentos de obtener una buena fotografía de lo que
quería olvidé una pieza clave, en la vida a veces hay que desenfocar.
Equivocarse, cambiar, reinventarse.
Antiguamente
con las cámaras analógicas solo tenías una oportunidad pero, como todo, el paso
de los años las hizo evolucionar. Ahora tenemos la posibilidad de ver las fotos
que hacemos en una pantalla y decidir si valen la pena antes de continuar. Tal
vez sea esa la lección que deberíamos aprender a aplicarnos. Yo por mi parte ya
comencé a tomar apuntes.
* * *
Foto: Lexy
Foto: Lexy
Cuando los pases a limpio, no dejes de "pasarmelos".
ResponderEliminarSin duda cuando focalizas en exceso el detalle te impide entender la realidad.
Un abrazo y un beso por tu vuelta.
No podemos pretender que todas las fotografías sean perfectas, porque la perfección no existe y si existiese, como en la novela de "Un Mundo feliz" nos encontraríamos insatisfechos igualmente. Por eso, hay que disfrutar del encanto de lo imperfecto, y comprender, que errar forma parte de la vida y de nuestra naturaleza^^
ResponderEliminarGenial que hayas vuelto a escribir, kissus =D
Pienso que sobre todo, en la fotografía hay que equivocarse, entonces serán perfectas instantáneas de nosotros...Un abrazo.
ResponderEliminarOh! Yo tengo tres tattos :) y dios, es un vicio! Un beso preciosa.
ResponderEliminarQue bueno es leerte de nuevo bonita me alegra mucho *_*
ResponderEliminarbesotes
Una batería interesante de pensamientos.
ResponderEliminarGracias por compartirla.
Saluditos :)
Vaya chica. No te faltan recursos. Tienes razon. Un abrazo.
ResponderEliminarPues a mi me perece interesante todo, las fotografías diurnas y también las nocturnas, eso si, si tienes un buen trípode y mucha paciencia, como tú.
ResponderEliminarDe todas maneras cada uno-a tendrá sus propias preferencias que fotografiar, supongo que una persona muy impaciente le gustará mas hacer las fotos de día... no lo sé.
Bueno, y las cosas de la vida de las que hablas, pues perfecto, cada cual tiene su propia experiencia.