Me olvidé de escribir.

Desperté un buen día y ya no había palabras. Miré a mí alrededor y no sentí ninguna voz. Mis pasos se detuvieron, dieron dos vueltas completas, y trataron de volver al punto de origen. Pero en algún lugar de la elipse yo había dejado de comprender tus gestos, olvidé como interpretar tus miradas. Noté que se me clavaban en la nuca unos ojos, de lobo, feroces, que buscaban atacar. No los esquivé, no tuve tiempo de frenar. Me deslizaba a toda prisa por una autopista cuya salida había olvidado fijar. No pude señalizar mi próximo movimiento, y engañe, engañe, y seguí engañando, esperando el final. Traté de explicarlo, de plasmarlo en un papel, pero una vez más no había palabras, se habían ido con las comas, los puntos, y los espacios de letra Arial 10. Sé que creías que yo era fuego, que era roja como una ola de calor. Tú viste luz en mi reflejo, como tantos otros, espejismo de ilusión. Pero me volví blanca, en algún punto me volví blanca. Que le voy a hacer. Sinceramente, no lo siento. Todo el mundo tiene derecho a cambiar de color.

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Muchísimas gracias a Diego por el Premio Primavera. Me has sacado mil sonrisas :)