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miércoles, 9 de febrero de 2011

Reliquias del pasado

Es un hecho que cuando no necesitas algo te incordia con su presencia por todas partes, te cansas de verlo, y entonces un buen día, cuando de su existencia depende no tu vida pero casi, desaparece. Pasa con todo, con los calcetines, las manzanas en la nevera, los novios, y como no con los pendrives. Teniendo en cuenta de que después de 11 años de servicio la placa base de mi ordenador de sobremesa había decidido morir justo en el momento que más lo necesitaba, y que con su no tan inesperada y venida en muy mal momento muerte se había llevado consigo la única copia existente de cierto trabajo, me puse a buscar frenéticamente toda mi colección de usb’s del instituto, no vaya ser que se quedara por ahí en algún sitio. Y como no, la Ley de Murphy se impuso casi tanto como la gravedad, en eso de que todo cae por su propio peso, cuando lo que apareció ante mí no fue mi trabajo sino uno de tantos recuerdos de Él. No pude resistirme a clicar dos veces en el documento que conservaba los primeros vestigios que tuve de su presencia:

Es encomiable la actitud que se adoptan frente a las adversidades, ojala fuéramos siempre tan lúcidos. Por qué una y otra vez este equivocarnos. Soñé que había alguien capaz de apreciar lo que soy y entrego. Impaciencia tenía. No fue esperanza. La ilusión pasó de golpearme a regalarme colores. Hay cosas que incomodan. La incertidumbre genera inseguridad y este miedo. El miedo rechazo, el rechazo implica distancia. Tampoco está bien manipular las distancias al antojo de uno. Cuando las acortamos es siempre con respecto a algo, cuando nos distanciamos ese algo lo padece. Y tal vez sea tan sencillo como que tienes una vida, a la que le robas pequeños instantes para diseminarlos. En ocasiones esperas, te esperanzas, para luego comprobar que fue humo y que se disipó con la brisa de la mañana. Que decepción, hoy era la noche en la que ibas a liberarte, y compruebas de nuevo que no puedes. Si así fue, quiere decir que puedes vivir con tus fantasmas.

Sus palabras resonaron en mi mente claras y nítidas, al igual que aquel: “¿Tú también escribes? Tal vez debería pasarte algo mío a ver qué te parece.” Uno de tantos momentos que al final, y cuando todo había acabado, nos llevarían a replantearnos el ser coautores de nuestra historia. Todo muy al estilo Tú la música y yo la letra puesto que los diálogos nunca se me dieron demasiado bien. ¿Que puedo decir? Él era el genio de las frases, yo de los momentos.

Es curioso cómo el pasado vuelve a ti como una rueda del eterno retorno. Carrie Bradshaw, de Sexo en Nueva York, diría en una ocasión: ¿Conservamos vestidos que no nos volvemos a poner pero tiramos a los ex novios? Pero no es verdad, nunca llegamos a tirarlos del todo. Y aunque las llamadas no se devuelvan, los motes cariñosos desaparezcan y el sentimiento muera siempre quedará algo, recuerdos. O incluso más que eso, reliquias del pasado, esos objetos que alimentan nuestra memoria, como la nota de amor olvidada en la cartera, una concha encontrada en el forro del viejo bolso del año anterior, o como la canción que te remueve el estómago al sonar. Recuerdos que seremos incapaces de tirar, que como seres masoquistas que somos cuando de relaciones se trata necesitamos como prueba de que eso sucedió, de que aquellos momentos existieron y de que no desvariamos, de que ni que fuera por tan solo un instante alguien nos necesitó, ¿y no es eso lo que todos queremos al fin y al cabo? Saber que pese a toda la fuerza y la frialdad que intentamos mantener para evitar el daño alguien nos necesita, y que ese sentimiento es capaz de derretir todo el hielo anterior.
Aún así no podía evitar pensar, si tan necesarias son las reliquias para nosotros, si tan incapaces somos de dejarlas ir pues significarían destruir fragmentos de nuestra vida, ¿entonces porque nos duele tanto cuando las encontramos en los demás, especialmente en alguien nuevo? ¿Significa que a ti te querrá menos? ¿O que tu le querrás menos a él? El ser humano no es único, pero si egoísta. Vemos de cajón suponer que si yo tengo fantasmas aquellas nuevas personas que se crucen en mi camino también los tendrán, ¿pero resulta tan de cajón ser capaces de aceptarlo? O es que tal vez vivimos tan encerrados en nuestro micro mundo narcisista, deseando con tanta fuerza ser ese algo único para alguien, marcar la diferencia, perpetuarnos en su memoria, ¿que nos olvidamos de que ningún hueco es suplantable?
A veces pienso que el puzle de nuestra vida es uno solo en el que aquellos trozos imposibles de construir se dejan en blanco o erróneamente se intenta hacer encajar en ellos piezas nuevas, diferentes, que por el simple hecho de serlo esperemos que mejoren el cuadro. Tal vez esa sea la solución a corto plazo, pero a la larga la pieza que no pertenece al conjunto acaba por saltar, o por romperse, arrastrando con ella el resto que cuidadosamente deberemos recuperar de debajo el sofá. Y en ese momento tan solo quedará una cosa, la aceptación, la aceptación de nuestras reliquias, y las de los demás, así como su depósito en lugar seguro, ahí donde solo sean capaces de hacernos sonreír. Y tal vez no sea nada malo, tal vez el karma no nos persiga, ni los recuerdos nos atormenten por las noches. Tal vez no sea cuestión de que esta vez querremos o nos querrán menos, sino tan solo de forma diferente, pues al fin y al cabo ninguna pieza es igual.
Tal vez, solo tal vez, Él tenía razón cuando decía eso de que si eres capaz de aceptar el pasado es que puedes vivir con tus fantasmas.


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Foto: Lexy

7 comentarios:

  1. Porque olvidar el pasado, somos un puzzle de millones piezas y cada una es un día distinto. Yo aún llevo las llaves del coche colgadas de un llavero que me regaló hace 23 años una amiga. Aún la recuerdo cuando me lo quedo mirando. Pero y qué, mi vida ha cambiado y soy más feliz de lo que nunca hubiera podido imaginar.

    Besos sincerados

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  2. Creo que con esos recuerdos, vinculados a un objeto, un lugar, una canción o nada en particular, lo que añoramos no es la relación que acabó sino quieres eramos entonces, y cómo nos sentíamos. Y eso mismo es lo que te cuesta asumir de los fantasmas del "otro", que entonces, cuando era así de joven, de feliz, de... nosotras no estábamos, no eramos parte de su vida.

    Totalmente de acuerdo, si puedes con tu pasado, puedes con todos los fantasmas.

    (apareció el pen?, espero que sí)

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  3. ¿qué tienes contra los puzzles? >.<

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  4. Odio los recuerdos, tanto si son felices como si son tristes, es como si tu mente te dijese "Vamos a volver al pasado solo para fastidiar"

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  5. yo me apego mucho a los recuerdos! pero ellos se van diluyendo, pero siempre queda algo de ellos :D

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  6. Muy buena reflexion, como siempre. Los recuerdos siempre están, que los guardemos en el desvan de la memoria no quiere decir que vayan a desaparecer, están allí, llenandose de polvo, esperando que un dia volvamos por ellos, lo importante es aprender a vivir con ellos (y no de ellos) y que te hagan sonreír.

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  7. Se podría contar de otra manera..., pero es imposible contarlo mejor.

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Los detalles forman parte de lo que somos,no me dejes sin uno de ellos. Recuerda, buena parte de mi, es tú :)